A lo largo de los siglos, la humanidad ha valorado y apreciado las gemas y joyas por su belleza incomparable y su significado cultural. Entre las joyas más famosas y antiguas de la historia, destacan aquellas que han resistido el paso del tiempo y han dejado una huella imborrable en la historia. Estas joyas poseen un legado que las convierte en auténticos tesoros.
Entre estas gemas legendarias se encuentran algunas que han cautivado a reyes y coleccionistas durante siglos. Su rareza y el intenso color que las caracteriza las convierten en algunas de las piedras preciosas más codiciadas del mundo.
En este artículo, exploraremos las fascinantes historias detrás de estas joyas, su impacto en la cultura y la sociedad, y la razones por las que siguen siendo objeto de admiración en la actualidad.
Koh-i-Noor
El Koh-i-Noor tiene una historia llena de misterios y disputas. Nadie sabe exactamente dónde o cuándo se encontró. Se cree que proviene de ríos secos en la India. A lo largo de los siglos, ha pasado por muchas manos, incluyendo emperadores y conquistadores.
Primero, adornó el trono del emperador mogol Shah Jahan. Luego, en 1739, Nader Shah de Persia lo tomó y lo llamó «Montaña de Luz«. Después de años en Afganistán, regresó a la India. Cambió de propietarios muchas veces hasta que el maharajá sij Ranjit Singh lo obtuvo.
En el siglo XIX, los británicos, liderados por la Compañía Británica de las Indias Orientales, se hicieron con el diamante. En 1849, Duleep Singh, un niño rey sij, se lo entregó a los británicos. Esta entrega es vista por muchos como forzada, no un regalo.
El diamante fue llevado a Inglaterra y agregado a las joyas de la corona. Desde entonces, India, Pakistán, Afganistán e Irán han reclamado ser sus dueños legítimos. Su historia refleja no solo su belleza sino también las luchas de poder y conquista a través de los tiempos.
La colección de joyas de María Antonieta
La colección de joyas de María Antonieta destaca por su extraordinaria belleza y rica historia. Entre sus piezas más notables se encuentra un colgante de perlas y diamantes del siglo XVIII, valorado en millones. Este colgante, junto con un par de pendientes de perlas naturales y un impresionante collar de 119 perlas naturales, resalta la opulencia de la realeza francesa.
Otra joya significativa es un anillo adornado con un mechón de cabello de María Antonieta, simbolizando una conexión personal con la reina. Las joyas, que también incluyen un broche de diamantes, son testimonios de la habilidad artesanal y el gusto exquisito de la época.
Estas piezas, que una vez adornaron a María Antonieta, evocan no solo la magnificencia de su reinado, sino también su dramático final. La colección, escondida durante la Revolución Francesa y preservada a través de generaciones, es un legado de la historia europea, entrelazando la realeza francesa con otras casas dinásticas como los Habsburgos y los Borbón-Parma.
Hope Diamond
El Hope Diamond, de 45.52 quilates y un profundo color azul, comenzó su historia con Jean-Baptiste Tavernier, quien lo adquirió en India y lo vendió a Luis XIV de Francia. Tras ser recortado y realzado, desapareció durante la Revolución Francesa en 1792. Reapareció en Londres en 1812 y, tras pasar por varias manos, fue adquirido por la familia Hope, de donde obtiene su nombre.
Evalyn Walsh McLean compró el diamante en 1911 y lo lució hasta su muerte en 1947. Posteriormente, Harry Winston adquirió la joya y la donó al Instituto Smithsonian en 1958. Famoso no solo por su belleza, sino también por las leyendas de mala suerte que lo rodean, el Hope Diamond es hoy una pieza central en el museo.
Rubí del príncipe negro
El «Rubí del Príncipe Negro», en realidad una espinela de gran tamaño, es una de las joyas más notables y legendarias de la corona británica. Esta gema de 170 quilates, con un intenso color rojo y de origen oriental, tiene una historia que se remonta al siglo XIV.
La espinela, inicialmente parte del tesoro real nazarí en Granada, pasó a manos castellanas tras ser confiscada por Pedro I de Castilla. Posteriormente, en 1367, tras la batalla de Nájera, fue entregada por Pedro a Eduardo, Príncipe de Gales, conocido como el Príncipe Negro, como parte de su pago.
Esta piedra ha sido testigo y parte de momentos históricos clave. En 1415, Enrique V la llevó en su casco en la Batalla de Agincourt. A lo largo de los años, la espinela se ha mantenido en manos de sucesivos monarcas británicos, siendo parte de las joyas de la corona y sobreviviendo a revueltas, incendios e intentos de robo.
Esta espinela roja sin tallar es una de las más grandes del mundo. En la Edad Media fue perforada en un extremo para usarla como colgante, y más tarde se cubrió la abertura con un pequeño rubí. Se desconoce cómo llegó originalmente al tesoro nazarí, pero probablemente lo hizo a través de la Ruta de la Seda. Hoy en día, forma parte de la Imperial State Crown y es una de las gemas más famosas de la colección real.
Estrella de la India
La «Estrella de la India», un impresionante zafiro estrella gris-azul de 563 quilates, es una de las gemas más notables y famosas del mundo. Se encontró en Sri Lanka, anteriormente conocida como Ceilán, y se caracteriza por su corte, cabujón y forma ligeramente ovalada. Este zafiro estrella, sin facetas y pulido, fue donado al Museo Americano de Historia Natural en Nueva York por J.P. Morgan.
Formado hace aproximadamente mil millones de años, este zafiro es conocido no solo por su tamaño, comparable al de una pelota de golf, sino también por su historia y rareza. El zafiro estrella muestra un asterismo, un fenómeno óptico que presenta una estrella de seis puntas cuando se ilumina, debido a su estructura cristalina única y las inclusiones de rutilo.
La Estrella de la India es parte de la notable colección del Museo Americano de Historia Natural. Junto a ella se exhiben otras piedras preciosas y minerales que narran la diversidad de procesos geológicos en la Tierra.
Este zafiro es también famoso por su robo en 1964 por los ladrones Jack «Murf the Surf» Murphy y Allan Kuhn. A pesar de ser robado y posteriormente recuperado, ha continuado siendo una de las piezas centrales del museo, atrayendo a visitantes por su singular belleza e interesante historia.
Collar de diamantes de Napoleón
El Collar de Diamantes de Napoleón, fue un regalo del emperador Napoleón Bonaparte a su segunda esposa, María Luisa de Austria. Fue creado en 1811 para celebrar el nacimiento de su hijo. Este magnífico collar, confeccionado por la firma parisina de Etienne Nitôt y sus hijos, se compone de 234 diamantes, sumando un total aproximado de 263 quilates, con el diamante más grande pesando cerca de 10.4 quilates.
Tras la caída de Napoleón, el collar pasó a Austria con María Luisa. Eventualmente, la joya entró en posesión de la archiduquesa Sofía de Austria, quien alteró el collar, y más tarde pasó a manos de la familia Habsburgo. En 1948, fue vendido a un coleccionista francés y, en 1960, adquirido por Harry Winston, Inc. Poco después, Marjorie Merriweather Post compró el collar y lo donó al Instituto Smithsoniano en 1962.
Hoy en día, el Collar de Diamantes de Napoleón se exhibe en el Museo Nacional de Historia Natural en Washington, D.C., destacando como una de las piezas más espectaculares y emblemáticas de la época napoleónica.
La Perla Peregrina
La Peregrina, una famosa perla natural con forma gota de 25.5 mm de largo, tiene una historia rica y variada, pasando por manos de reyes y reinas a lo largo del tiempo. Su fama se debe tanto a su tamaño y forma perfecta como a su impresionante procedencia. Antes de pertenecer a Elizabeth Taylor, La Peregrina había sido propiedad de poderosas dinastías europeas y aparecido en retratos de artistas como Peter Paul Rubens y Diego Velázquez.
La perla, descubierta en el Golfo de Panamá a finales del siglo XVI, fue enviada inmediatamente a Felipe II de España, reflejando la geopolítica global del Renacimiento. La Peregrina se convirtió en una joya de la Corona Española, simbolizando no solo la belleza y pureza, sino también el poder imperial y las riquezas coloniales.
La historia de La Peregrina continuó hasta el siglo XX cuando Richard Burton la compró en una subasta por $37,000 en 1969 para Elizabeth Taylor. Tras la muerte de Taylor, la perla fue vendida en 2011 por $11.8 millones a un comprador anónimo.
El diamante verde de Dresde
El Diamante Verde de Dresde, una extraordinaria joya de 41 quilates, se distingue como el diamante verde natural más grande conocido en el mundo. Su origen se rastrea hasta las famosas minas de Golconda en India, cuna de algunos de los diamantes más célebres de la historia. Este diamante data de principios del siglo XVIII, cuando fue adquirido por una cantidad extraordinaria de 400,000 táleros por Federico Augusto I de Sajonia. En aquel tiempo, esta suma representaba el equivalente a cuatro toneladas de oro, reflejando la inmensa valía y el estatus que se confería a este diamante.
La historia del Diamante Verde de Dresde está entrelazada con la realeza y las intrigas de la época, ya que ha sido una pieza codiciada por su rareza y belleza excepcionales. Su color verde intenso, un tono único en el mundo de las gemas, junto con su talla y corte inusuales, lo hacen una joya de incalculable valor y de gran interés histórico y gemológico.
En la actualidad, el Diamante Verde de Dresde se encuentra en una de las exhibiciones más prestigiosas del Castillo de Dresde en Alemania. La pieza continúa fascinando a generaciones de visitantes, quienes se maravillan ante su magnífica historia y la habilidad artesanal con la que fue tallado hace siglos.
A lo largo del artículo hemos repasado algunas de las joyas más antiguas y famosas de la historia, entre las que encontramos verdaderas maravillas que han resistido el paso de los milenios. Su fama, legado y rareza las convierten en tesoros invaluables.
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