El platino (símbolo químico Pt) es un elemento químico de número atómico 78, perteneciente al grupo de los metales de transición. Se trata de un metal precioso de color blanco grisáceo, con una densidad de 21,45 g/cm³, que destaca por su maleabilidad, ductilidad y resistencia a la corrosión. Es treinta veces más raro que el oro, lo que lo sitúa entre los metales más escasos de la corteza terrestre. Su pureza y estabilidad lo convierten en un material ideal en joyería y relojería.
Historia y origen del platino
El descubrimiento del platino se remonta a las civilizaciones precolombinas. Pueblos como los de la región de La Tolita-Tumaco, en la actual Colombia y Ecuador, ya lo trabajaban hace más de tres mil años para elaborar objetos rituales y piezas funerarias. Aunque sus métodos eran rudimentarios, consiguieron integrar este metal en creaciones de carácter ceremonial.
En Europa fue documentado en 1735 por Antonio de Ulloa, marino y científico español que participó en la expedición geodésica al Ecuador. Los conquistadores lo habían denominado “platina”, diminutivo de plata, al confundirlo con una impureza sin utilidad. Con el tiempo, los estudios científicos demostraron que se trataba de un elemento independiente con propiedades únicas, lo que favoreció su reconocimiento en el siglo XVIII como un metal de gran valor en distintos ámbitos.

Características principales del platino
El platino se reconoce a primera vista por su color blanco grisáceo, más neutro que el de la plata y con un brillo metálico que no pierde con el tiempo. Es un metal denso y pesado, una pieza del mismo tamaño resulta claramente más robusta en comparación con el oro o la plata.
La dureza del platino se sitúa en torno a 4 – 4,5 en la escala de Mohs. Aunque no alcanza la resistencia de gemas como el zafiro o el diamante, es lo bastante firme para soportar el uso diario en joyería. A la vez, conserva una gran maleabilidad, lo que facilita la creación de diseños intrincados y duraderos.
En el terreno químico destaca por su estabilidad. El platino no se oxida ni se corroe en contacto con el aire, ni siquiera a altas temperaturas, y únicamente puede disolverse en agua regia. Gracias a estas cualidades se emplea en joyería con una pureza cercana al 95%, sin necesidad de grandes aleaciones que alteren su aspecto o sus propiedades.
Diferencias entre platino y otros metales preciosos
El platino suele compararse con otros metales utilizados en joyería, sobre todo con el oro, el paladio y la plata. Aunque a simple vista puedan compartir un aspecto similar, sus propiedades y aplicaciones muestran contrastes importantes.
En relación con el oro, la diferencia más evidente está en el color y la densidad. El platino presenta un blanco natural que no necesita recubrimientos, mientras que el oro blanco requiere un baño de rodio para mantener ese tono. Además, el platino es más pesado y suele emplearse en aleaciones de mayor pureza, 95% frente al 75% del oro de 18 quilates.

El paladio comparte muchas similitudes con el platino, hasta el punto de que en joyería a menudo se presentan como alternativas. Sin embargo, el platino es más denso y estable, mientras que el paladio resulta más ligero.
Si lo comparamos con la plata, las diferencias son todavía más claras. La plata es mucho más blanda, requiere limpiezas frecuentes porque se oxida con facilidad y es mucho más común. El platino, en cambio, se mantiene inalterable con el uso y conserva su aspecto con un mantenimiento mínimo.
El platino en joyería
Dentro de la alta joyería, el platino se considera el metal de referencia por su durabilidad y pureza. Su color blanco natural realza el brillo de las piedras preciosas sin necesidad de recubrimientos, algo que lo diferencia del oro blanco.
Es habitual en anillos de compromiso y alianzas, donde simboliza permanencia y compromiso. Su dureza permite un agarre seguro de los diamantes y otras gemas, lo que lo convierte en una elección preferida en este tipo de piezas.
La alta relojería también ha incorporado el platino en cajas y mecanismos, valorando tanto su resistencia como la exclusividad que transmite. Su densidad, superior a la de otros metales, le otorga una presencia sólida que lo distingue en relojes de prestigio.
Además, destaca por ser hipoalergénico, lo que lo hace ideal para personas con piel sensible, y por la posibilidad de trabajar diseños complejos sin perder resistencia estructural. Estos factores lo han consolidado como uno de los materiales más apreciados en la creación de joyas duraderas y exclusivas.

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