Las complicaciones de calendario ocupan un lugar destacado dentro de la alta relojería. No se limitan a mostrar la hora, sino que añaden funciones que permiten seguir el paso de los días, los meses e incluso los ciclos completos de los años bisiestos.
La importancia de los calendarios en relojería radica en que concentran un alto grado de saber hacer relojero dentro de un espacio mínimo, donde cada engranaje y cada disco deben trabajar con absoluta precisión.
Estas funcionalidades de medir el tiempo existen en diferentes niveles de complejidad. Desde los calendarios más sencillos, que únicamente indican la fecha, hasta los sistemas perpetuos capaces de reconocer automáticamente cada variación del calendario gregoriano, todos ellos responden a necesidades prácticas diferentes y muestran hasta dónde puede llegar la ingeniería relojera cuando se une a la tradición artesanal.
Calendario estándar o simple
El calendario estándar, también llamado simple, es la forma más básica de esta complicación. Su función principal consiste en mostrar la fecha del 1 al 31, aunque en algunas versiones incorpora también el día de la semana o el mes.
La información puede aparecer en una ventanilla situada en la esfera o mediante una aguja en una subesfera adicional. Esta solución, habitual en relojes clásicos y contemporáneos, ofrece claridad de lectura y se ha convertido en un recurso recurrente para dar un valor añadido a los relojes de uso diario.

Su principal limitación es que necesita ajustes manuales cada vez que un mes termina antes del día 31. Esto significa que, aproximadamente cinco veces al año, el usuario debe corregir la fecha de forma manual. Sin embargo, esta sencillez es también una de sus virtudes, representa la base histórica de las complicaciones de calendario y sigue siendo la más extendida en relojes de pulsera.
Calendario triple
El calendario triple se distingue por mostrar de manera simultánea el día de la semana, la fecha y el mes en la esfera del reloj. Esta disposición lo convirtió en una de las complicaciones más prácticas y reconocibles durante gran parte del siglo XX.
Su auge comenzó en los años treinta y cuarenta, cuando varias manufacturas exploraban nuevas funciones que fueran útiles y, al mismo tiempo, atractivas para el público.
Pese a sus avances, el calendario triple conserva la misma limitación que los sistemas más básicos, requiere ajustes manuales en los meses con menos de 31 días y no reconoce los años bisiestos.
Aun así, su equilibrio visual y su carácter clásico han hecho que siga siendo apreciado en relojes de vestir, donde aporta un aire tradicional y elegante.
Calendario anual
El calendario anual supuso un paso intermedio entre la sencillez de los calendarios básicos y la complejidad de los perpetuos. Su función principal es reconocer automáticamente los meses de 30 y 31 días, de modo que el usuario solo necesita realizar un ajuste al finalizar febrero.
Su incorporación a la relojería en los años noventa respondió al interés por crear mecanismos que ofrecieran mayor comodidad de uso sin llegar a la dificultad técnica de los calendarios perpetuos. Desde entonces se ha mantenido como una complicación presente en numerosas colecciones, con interpretaciones que varían en diseño, pero conservan la misma finalidad práctica.
Lo que lo define es ese equilibrio entre utilidad y mecánica, al permitir un seguimiento del calendario más completo que los sistemas simples y, al mismo tiempo, con un mantenimiento menos exigente que los perpetuos. Gracias a ello sigue siendo una de las funciones más apreciadas en la relojería actual.
Calendario perpetuo
El calendario perpetuo es considerado la cima de las complicaciones de calendario en relojería. Su mecanismo está diseñado para reconocer de manera automática la duración de cada mes, incluidos los años bisiestos, lo que le permite mostrar la fecha correcta sin necesidad de ajustes durante décadas.
Su precisión es tal que, siguiendo el calendario gregoriano, solo requerirá una corrección en el año 2100, cuando se omite el año bisiesto por convención. Además de indicar día, fecha y mes, muchos modelos añaden funciones complementarias como la fase lunar, el ciclo de los años bisiestos o incluso la reserva de marcha. En algunos relojes, la indicación lunar alcanza un nivel de precisión que solo necesita corregirse una vez cada 577 años.
Por su complejidad técnica, el calendario perpetuo es considerado una obra maestra de la alta relojería. Representa un auténtico “programa mecánico” en miniatura, fruto de décadas de desarrollo, y algunas manufacturas lo han llevado todavía más lejos al integrarlo junto a otras complicaciones.
Combinaciones con otras complicaciones
Los calendarios en relojería no siempre aparecen de forma aislada. Con frecuencia se integran junto a otras complicaciones relojeras, lo que multiplica tanto el atractivo visual como la complejidad técnica de la pieza.
Una de las combinaciones más habituales es la del cronógrafo con calendario, especialmente en su versión anual, que ofrece al mismo tiempo medición del tiempo transcurrido y una indicación práctica de la fecha. También son frecuentes las asociaciones del calendario triple con fases lunares, o las del calendario perpetuo con indicadores de hora mundial, donde la lectura global del tiempo alcanza un nivel superior.
Estas integraciones requieren módulos adicionales y un uso eficiente de la energía, lo que obliga a los relojeros a diseñar movimientos extremadamente compactos y fiables.
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