Un joyero no se define por la cantidad, sino por la calidad y la versatilidad de las piezas que lo componen. Las joyas imprescindibles son aquellas que pueden acompañar diferentes momentos y conservar siempre su carácter. Unos pendientes de oro blanco con diamantes, una alianza, una pulsera o un colgante con piedras preciosas son ejemplos de piezas que funcionan en cualquier ocasión.
¿Qué convierte a una joya en imprescindible?
Una joya se vuelve imprescindible cuando consigue acompañar sin imponerse. Son aquellas piezas que uno elige una y otra vez porque encajan en cualquier situación. No necesitan destacar para ser recordadas, el mismo brillo tenue de un anillo con diamantes, la línea brillante de un collar o la delicadeza de unos pendientes en oro blanco, es suficiente.
Su equilibrio es la clave, joyas elaboradas en oro de 18 quilates y con piedras preciosas que, lejos de perder brillo, ganan carácter con el tiempo. Cada roce, cada gesto, las hace más suyas. No entienden de estaciones ni de códigos de vestuario, funcionan porque están diseñadas para adaptarse con facilidad a cada momento.
Joyas que funcionan con cualquier look
Hay piezas que parecen hechas para resolver cualquier conjunto, porque le dan luz y ese aire de elegancia que nunca falla. Son las que uno elige sin pensarlo demasiado, las que acompañan siempre y terminan convirtiéndose en parte de la rutina diaria.
Los pendientes tipo solitario son el mejor ejemplo, discretos, favorecedores y siempre apropiados, iluminan el rostro sin exigir protagonismo.
Un anillo con piedras preciosas puede realzar el brillo cuando se trata de diamantes, o un toque de color con gemas como el rubí, el zafiro o la esmeralda. Son piezas perfectas para cualquier momento porque encajan igual en un plan informal que en un evento importante.
Otras de las piezas que siempre resultan acertadas son las pulseras rivière. Su diseño lineal de diamantes crea una luz que no compite con nada y encaja igual de bien en un look informal que en uno más cuidado.
¿Cómo elegir los colores o materiales para que sirvan en cualquier ocasión?
Una buena elección son los metales que armonizan con cualquier gama de color y que realzan la piel sin imponerse al vestuario. El oro blanco aporta frescura y luce especialmente bien con tonos fríos como el negro, el azul o el gris. El oro amarillo transmite calidez y resalta sobre prendas en beige, verde oliva o burdeos. El oro rosa, por su parte, ofrece un punto intermedio, su matiz suave favorece tanto a pieles claras como a morenas y se adapta fácilmente a conjuntos neutros o pastel.
Por eso, muchas joyas imprescindibles, como las mencionadas, se elaboran en diferentes tonos de oro o incluso los integran en una misma pieza, para que puedan acompañarle sin importar el color de su ropa ni la hora del día.
La clave para tener joyas perfectas para salvar cualquier tipo de ocasión está en elegir bien. Pocas piezas, pero con carácter, fabricadas con materiales de la máxima calidad que mantengan su aspecto con el paso de los años y que a la vez se adapte a todo y te hagan sentir espectacular sin importar el día ni la ocasión.
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